El hijo de Yuri Gagarin
El hijo de Yuri Gagarin
Santiago Sanchis Mullor
TXTO Editorial
2012
9788494037917
10 € aprox.
Aquí podéis leer las primeras páginas.
Extraido de TXTO Editorial
Santiago Sanchis Mullor
TXTO Editorial
2012
9788494037917
10 € aprox.
Aquí podéis leer las primeras páginas.
Extraido de TXTO Editorial
‘El hijo de Yuri Gagarin’ es una historia tejida con un hilo de muchas hebras. Son pequeñas historias de grandes protagonistas, historias sufridas y quizás por eso rápidamente olvidadas.
No es una novela de denuncia al uso ni es una obra autobiográfica ni realista ni dramática ni muchas cosas más… es todo eso, en pequeñas dosis o en grandes cantidades.
Nuestro pequeño protagonista vive una vida en suspenso, con muchas palabras en la cabeza aunque es incapaz de pronunciar tan solo una. Es Max Z. y está esperando a que lleguen Papá y Mamá. Y su vida transcurre en una cotidianeidad que el lector tiene que entender como inaceptable.
Los -41º bajo cero es la temperatura que gesta sentimientos muy profundos:
La pena, el llorar de pura pena, el lamento triste que convoca a los demás. Esa melodía nostálgica que brota del alma de la niña que ha sido querida de forma violenta y cruel.
El miedo. Los miedos son preguntas que nos asaltan cuando estamos casi al final de los sueños. Miedos de niños de meses, miedos de adultos insatisfechos, miedos a una impuesta invisibilidad.
La esperanza. La férrea determinación de que un día llegarán los papás que han recorrido medio mundo para venir a verlo. Y todo porque le quieren. Porque son Papá y Mamá. Porque sólo ellos son capaces de hacer algo así.
Y en todo el libro, un ser legendario: el astronauta ruso Yuri Gagarin, el ídolo imaginario que Max anhela como padre porque “es Yuri Gagarin. Le miro a la cara y tengo la seguridad de estar con el más grande, con el hombre que paseó antes que todos sobre el espacio. Él sabe los pases que han de darse. Él sabe volar. El héroe ruso que ve desde lo alto todo lo que ocurre en Casa-cuna. El dios justo que aceptará sin condiciones ser padre de cualquier criatura.
No es una novela de denuncia al uso ni es una obra autobiográfica ni realista ni dramática ni muchas cosas más… es todo eso, en pequeñas dosis o en grandes cantidades.
Nuestro pequeño protagonista vive una vida en suspenso, con muchas palabras en la cabeza aunque es incapaz de pronunciar tan solo una. Es Max Z. y está esperando a que lleguen Papá y Mamá. Y su vida transcurre en una cotidianeidad que el lector tiene que entender como inaceptable.
Los -41º bajo cero es la temperatura que gesta sentimientos muy profundos:
La pena, el llorar de pura pena, el lamento triste que convoca a los demás. Esa melodía nostálgica que brota del alma de la niña que ha sido querida de forma violenta y cruel.
El miedo. Los miedos son preguntas que nos asaltan cuando estamos casi al final de los sueños. Miedos de niños de meses, miedos de adultos insatisfechos, miedos a una impuesta invisibilidad.
La esperanza. La férrea determinación de que un día llegarán los papás que han recorrido medio mundo para venir a verlo. Y todo porque le quieren. Porque son Papá y Mamá. Porque sólo ellos son capaces de hacer algo así.
Y en todo el libro, un ser legendario: el astronauta ruso Yuri Gagarin, el ídolo imaginario que Max anhela como padre porque “es Yuri Gagarin. Le miro a la cara y tengo la seguridad de estar con el más grande, con el hombre que paseó antes que todos sobre el espacio. Él sabe los pases que han de darse. Él sabe volar. El héroe ruso que ve desde lo alto todo lo que ocurre en Casa-cuna. El dios justo que aceptará sin condiciones ser padre de cualquier criatura.
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